jueves, 15 de noviembre de 2018

Problemas o situaciones de vida.

"No te crees a ti mismo problemas. Hay una situación que tiene que ser afrontada o aceptada, eso sí. Pero ¿por qué convertirla en un problema?. A la mente le encantan los problemas porque te dan cierta identidad. Tener un problema significa dar mentalmente vueltas a una situación sin tener intención o posibilidad de hacer algo al respecto. No te crees problemas, acepta o afronta la situación."
Eckhart Tolle

Relatividad humana

«Uno de los significados de la existencia humana —la fuente de la libertad humana— es nunca aceptar nada como definitivo, intocable, obvio o inmóvil. Ningún aspecto de la realidad debe ser permitido para convertirse en una ley definitiva e inhumana para nosotros»

Foucault

sábado, 14 de julio de 2018

Sobre la brevedad de la vida:

" ....vemos que has llegado al término de una vida humana, alcanzas los cien años o más allá:
ea, haz que tu vida eche las cuentas. De ese tiempo extrae cuánto se ha llevado el acreedor, cuánto la querida, cuánto el patrono, cuánto el cliente, cuánto el pleito con la esposa, cuánto el control de los empleados, cuánto los desplazamientos por la ciudad para atender compromisos; añade las enfermedades que artificialmente nos ocasionamos, añade lo que quedó tirado sin usar: verás que tienes menos años de los que cuentas."

SENECA

martes, 22 de mayo de 2018

El trabajo y el deber de un maestro.

El verdadero arte del maestro consiste en despertar la alegría por el trabajo y el conocimiento.

A. Einstein 

Profesores de religión

En su lucha por el ideal ético, los profesores de religión deben tener talla suficiente para prescindir de la doctrina de un Dios personal, es decir, abandonar esa fuente de miedo y esperanza que proporcionó en el pasado un poder tan inmenso a los sacerdotes. Tendrán que valerse en su labor de las fuerzas que sean capaces de cultivar el Bien, la Verdad y la Belleza en la humanidad misma. Se trata, sin duda, de una tarea más difícil, pero muchísimo más meritoria y digna.

Einstein - Mis ideas y opiniones

miércoles, 2 de mayo de 2018

¿El futuro o el presente?

«No veo en el porvenir más que motivos de satisfacción, y, aunque así no fuera, habría que atenerse al presente. El hombre valeroso desprecia el porvenir».

Y justamente porque lo desprecia, el porvenir quedó a su servicio.

Napoleón Bonaparte

sábado, 21 de abril de 2018

Ser humano y feminismo.

Así, pues,la mujer que engendraba no conocía el orgullo de la creación; se sentía juguete de oscuras fuerzas pasivas, y el parto doloroso era un accidente inútil y hasta inoportuno. Más tarde, se dio mayor valor al niño. Pero, de todas formas, engendrar, amamantar, no constituyen actividades, son funciones naturales; ningún proyecto les afecta; por eso la mujer no encuentra en ello el motivo de una altiva afirmación de su existencia; sufre pasivamente su destino biológico.

Las faenas domésticas a que está dedicada, puesto que son las únicas
conciliables con las cargas de la maternidad, la confinan en la repetición y la inmanencia; son faenas que se reproducen día tras día, bajo una forma idéntica que se perpetúa casi sin cambios siglo tras siglo; no producen nada nuevo. El caso del hombre es radicalmente diferente: no alimenta a la colectividad a la manera de las abejas obreras mediante un simple proceso vital, sino a través de actos que trascienden su condición animal.

El homo faber es un inventor desde el origen de los tiempos: ya el palo y la clava, con que arma su brazo para varear los frutos y abatir a los animales, son instrumentos con los cuales ensancha su presa sobre el mundo; no se limita a transportar al hogar los peces capturados en el seno del mar: primero es preciso que conquiste el dominio de las aguas construyendo piraguas; para apropiarse las riquezas del mundo, se anexiona el mundo mismo. En esa acción experimenta
su poder; se plantea fines, proyecta caminos hacia ellos: se realiza como existente. Para mantener, crea; desborda el presente, abre el futuro. Por {76} eso las expediciones de caza y pesca tienen un carácter sagrado. Se celebran sus éxitos con fiestas y triunfos; el hombre reconoce en ello su humanidad. Ese orgullo aún lo manifiesta hoy cuando ha construido una presa, un rascacielos, una pila atómica.

No solo ha trabajado para conservar el mundo dado:
ha hecho estallar las fronteras de este, ha echado los cimientos de un nuevo porvenir. Su actividad tiene otra dimensión que le da su dignidad suprema: es frecuentemente peligrosa. Si la sangre no fuese más que un alimento, no tendría más valor que la leche; pero el cazador no es un carnicero: en la lucha contra los animales salvajes corre riesgos. Para aumentar el prestigio de la horda, del clan a que pertenece, el guerrero pone en juego su propia existencia.

Y con ello deja bien patente que no es la vida lo que para el hombre tiene un valor supremo,sino que debe servir a fines más importantes que ella misma. La peor maldición que pesa sobre la mujer es hallarse excluida de esas expediciones guerreras; no es dando la vida, sino arriesgando la propia, como el hombre se eleva sobre el animal; por ello en la Humanidad se acuerda la superioridad, no al sexo que engendra, sino al que mata.

Tenemos aquí la clave de todo el misterio. Al nivel de la biología, solamente creándose de nuevo se mantiene una especie; pero esta creación no es más que una repetición de la misma Vida bajo formas diferentes. Al trascender la Vida por la Existencia es como el hombre asegura la repetición de la Vida: en virtud de esa superación, crea valores que niegan todo valor a la pura repetición. En el caso del animal, la gratuidad y la variedad de las actividades del macho son vanas porque no las informa ningún proyecto; cuando no sirve a la especie, lo que hace no es nada; en cambio, al servir a la especie, el macho humano modela la faz del
mundo, crea instrumentos nuevos, inventa, forja el porvenir. Al erigirse en soberano, encuentra la complicidad de la mujer, porque también ella es una existente, está habitada por la trascendencia y su proyecto no es la repetición, sino su superación hacia otro porvenir; la mujer encuentra en lo más íntimo de su ser la confirmación de las pretensiones masculinas. Se asocia a los hombres en las fiestas que celebran los éxitos y las victorias de los varones.

Su desgracia consiste en haber sido biológicamente destinada a repetir la Vida, cuando a sus ojos la Vida no lleva en sí sus razones de ser y cuando esas razones son más importantes que la vida misma.

Simone de Beauvoir - El segundo sexo

La felicidad

La felicidad es el desarrollo máximo de las propias facultades.

Napoleón.

lunes, 26 de marzo de 2018

La respuesta a la creencia en un ser superior.

No llamaría una "necesidad" la creencia en un ser superior. Diría que el hombre que se apoya en eso es de forma predeterminada. Todo el contenido de la consciencia del hombre tiene que ser adquirido, adquirido por el pensamiento, por el conocimiento y tiene que ser descubierto.
Cuando falta el entendimiento adecuado de la vida (o sea, la filosofía apropiada de la vida), los hombres recurren a la fe ciega.
Lo hacen "de forma predeterminada", no han progresado para salir de ello.

Ayn Rand - entrevista completa

sábado, 13 de enero de 2018

Amor por la tierra

- Señor Rumson, ¿es que cree usted que todo lo que produce la tierra debe usarse para hacer licor?
- Sí, siempre que sea posible.
- Debería leer la Biblia, señor Rumson.
- Ya he leído la Biblia, señora Fenty.
- ¿Y no le animó a dejar la bebida?
- No, pero frenó mi interés por la lectura.

La leyenda de la ciudad sin nombre

martes, 9 de enero de 2018

Amor al presente

Observa el rebaño que paciendo pasa ante ti: no sabe qué significa el ayer ni el hoy, salta de un lado para otro, come, descansa, digiere, salta de nuevo, y así de la mañana a la noche y día tras día, atado estrechamente, con su placer o dolor, al poste del momento y sin conocer, por esta razón, la tristeza ni el hastío.

Es un espectáculo difícil de comprender para el hombre -pues este se jacta de su humana condición frente a los animales y, sin embargo, contempla con envidia la felicidad de estos-, porque él no quiere más que eso, vivir, como el animal, sin hartazgo y sin dolor.

Pero lo pretende en vano, porque no lo quiere como el animal. El hombre pregunta acaso al animal: ¿por qué no me hablas de tu felicidad y te limitas a mirarme? El animal quisiera responder y decirle: esto pasa porque yo siempre olvido lo que iba a decir -pero de repente olvidó también esta respuesta y calló: de modo que el hombre se quedó asombrado.

Nietzsche