Rebeca ya no era una niña cuando llegó a nuestra clínica. Tenía 19 años... pero no sabía contar el dinero del cambio.... ni siquiera podía leer o escribir. Su CI era de 60 o menos.
La primera vez que la vi (torpe, burda), me pareció , en parte, o más bien del todo, un fracaso cuyos trastornos neurológicos yo podía tomar para diseccionarlos con minuciosidad.
La siguiente vez que la vi, fue muy distinto. Ella no estaba puesta a prueba, "analizada" en una clínica, sino que estaba sentada en un banco en un jardín. Llevaba un vestido vaporoso y tenía el rostro sereno, algo sonriente... Como cualquier otra joven que disfrutase de un hermoso día de primavera... (continua)
Oliver Sacks
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